Este blog forma parte del proyecto narrativo Cuéntalo Todo, bajo la dirección del maestro Sandro Cohen dentro de la materia Redacción Universitaria del Departamento de Humanidades, División de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco.

lunes, 19 de noviembre de 2012


Un minuto
Todo pasa tan rápido. Las horas se vuelven segundos. El día y la noche duran menos. El tiempo ya no es nada. Mi vida se escapa entre mis manos. Ayer sufrí un accidente.  

Mi novio y yo decidimos ir a cenar hamburguesas. Eran mis favoritas. Al subirme al auto un escalofrío recorrió mi cuerpo. Sin razón alguna, una lágrima rodó por mi mejilla. Sentí la necesidad de hablar con mis padres pero no los encontré.

Decidimos marcharnos pero, esta vez la rutina fue diferente. Tenía ganas de una cerveza. Como siempre el cumplió mis caprichos. El problema es que no fue una, ni dos, ni mucho menos tres. Perdí la cuenta después de la quinta.

Él también bebió. Al llegar 
llegar a las hamburguesas, todo parecía estar bien. Decidimos que yo esperaría las hamburguesas mientras él iba por las papas. Antes de retirarse me abrazó fuertemente y me dijo: “Si algún día te he lastimado, perdóname. Te amo " . Se retiró y me dejó su celular.

A su lado me sentía muy bien. Ya habían transcurrido 20 mnts y aún no era mi turno. Comencé a desesperarme. Cuando él llego, yo aún no pasaba. Como hacía frío, decidí entrar al auto.


Tomé una lata de cerveza y de nuevo comencé a beber. La radio estaba a todo volumen. Sentí que algo vibró, era su celular. Le había llegado un mensaje. Tanta era nuestra “confianza” que decidí leerlo. El mensaje decía:“Eres increíble. Me encantan tus besos. Quiero volver a verte”.

En menos de un minuto, el brillo de mis ojos desapareció. Cuando el subió al auto, le dije que me llevara a mi casa, que, no me sentía bien. Puso en marcha el auto y nos retiramos. No pude contenerme más y comencé a llorar. Me preguntó qué si estaba  bien. Enojada por su cinismo, lo cuestioné. No  lo negó.

Comenzamos a discutir. La rabia,  la  confusión y el arrepentimiento se combinaron con el alcohol. Íbamos muy rápido. Nos pasamos un alto. Perdí el conocimiento. Reaccioné tres días después. Ya no se qué fue lo qué pasó .

Los doctores dicen que si hubiera llegado un minuto después al hospital, tal vez, ya no estaría con vida. No sé qué duele más, si mis heridas provocadas por el accidente, o las que provocó aquel mensaje.

Ya ha pasado una semana desde que salí del hospital. No hay día que no reciba  un tulipán,  una llamada, o un mensaje provenientes de él . No he querido contestar  y mucho menos perdonar.




No hay comentarios:

Publicar un comentario